¿Por qué coleccionamos? El origen de las colecciones, coleccionistas y otras rarezas humanas sin sentido.
El otro día, sin querer, pensé en el porqué de las colecciones de juguetes. Analicé racional y fríamente el porqué de un precio desorbitado de un juguete antiguo en su caja original. Poco después, pensé en el coleccionismo en general. ¿Por qué coleccionamos? ¿Por qué existe mucha gente que disfruta juntando artículos, normalmente caros, que quizás nunca tengan un uso práctico en su vida? Son preguntas que a millones de personas, incluidas mi mujer, les gustaría conocer.
El coleccionismo es la respuesta nostálgica o asociativa ante algunos objetos.
El coleccionismo, almacenar, acaparar, guardar y exponer ha existido desde siempre. Es algo inherente al ser humano. Coleccionar es un instinto humano básico y muy antiguo, propio de personas organizadas, cuidadosas y un punto obsesivas. Ya sea de juguetes antiguos, minerales, sellos, campanillas, postales, monedas, dedales, imanes, búhos, estampitas, chapas, botellas, sobres de azúcar, etc. una colección puede convertirse en una pasión de por vida, con todo lo que ello implica. Por lo tanto, coleccionar es una afición, un hobby, una diversión y pasatiempo para el que lo practica. De esta forma, el que colecciona no está loco, ni es un demente, ni está entrando en una edad en la que, desgraciadamente, la cabeza suele fallar, el riego dicen algunos. ¡No! el coleccionismo es una afición.
¿Por qué se coleccionan todo tipo de cosas? Principalmente, por diversión. Relajan y permiten romper la monotonía cotidiana. En efecto, para algunos, pasar el tiempo contemplando su colección de Madelman, He-Man, Star Wars, Nancy, Barriguitas, Playmobil… es sencillamente, un deleite. Además, tales objetos pueden traer recuerdos de sitios y personas que la mente hubiera relegado casi al olvido. ¡Claro que sí! esta afición puede resultar iluminadora y educativa.
El coleccionismo implica aprender y revivir la historia.
Otros coleccionistas indican que su mayor placer reside en buscar, perseguir y tratar de encontrar las piezas de la colección que tienen una historia que contar. Todos los coleccionistas coleccionan historia o por los menos historias. En mi caso particular, prometo que cuando compro un Cinexin, no compro un proyector de juguete de los 70, sino el recuerdo de tardes enteras junto a mis padres y hermanos, en el salón de casa observando los dibujos proyectados en una sábana colgada de un cuadro. Eso es el Cinexin para mí, con caja o sin caja.
Volviendo al coleccionismo, compulsivo en algunas ocasiones, la única razón legítima del mismo es que algunas personas lo consideran una buena inversión. ¿Por qué otro motivo estaría alguien dispuesto a pagar 8.000€ por un cartel de cine original de Star Wars si ni siquiera había nacido en 1977? Porque el tipo piensa que cada día que pasa, el cartel vale más dinero.
El tiempo que se invierte no termina al comprar los objetos deseados, luego hay que dedicar tiempo a cuidarlos, limpiarlos, exhibirlos y admirarlos.
Según dicen, los coleccionistas son ordenados y cuidadosos, también un poco obsesivos, sin caer en la patología, que está directamente relacionada con lo que se colecciona. Es decir, si uno colecciona “guanos de aves actuales”, pues quizás un poco enfermo esté. Sólo un poco. Werner Muensterberger dice en su obra Collecting—An Unruly Passion: “Al observar al coleccionista, enseguida se descubre en él una incontenible necesidad, incluso hambre, de adquirir cosas. [...] No es siquiera el propio fenómeno de acumular piezas lo que extrañará al observador, sino el ridículo en el que caen muchos coleccionistas, su vehemencia en la búsqueda de objetos, su entusiasmo al hallarlos o su desaliento al perderlos, así como sus ocasionales extravagancias”. Pero ya sabemos cómo son algunos escritores…En general los coleccionistas suelen ser nostálgicos, organizados, sociales, comunicativos, entusiastas y cuidadosos. Vamos, unos tipos geniales.
Todo empieza en la infancia, mucho ojo con esto. La infancia y la pre adolescencia es una época muy proclive al coleccionismo. Los niños lo quieren y lo guardan todo, más tarde coleccionan e intercambian y, con un poco de adiestramiento, empiezan a coleccionar, gastar dinero y tiempo y a engañar a sus amistades y a la familia para que aprecien su colección de 10.000 botellas de cervezas, conseguidas en cada ciudad del mundo. Aunque la afición resulta beneficiosa en muchos sentidos, porque produce relajación y la satisfacción anímica de conseguir cosas, además de la contemplación de algo que para el coleccionista resulta precioso. También facilita el orden, el deseo de cuidar los objetos y de valorarlos, que hace mucha falta tanto a niños como adultos. Coleccionar es también un modo de aprender a gestionar la frustración, ya que no se puede lograr todo y ahora (algunos deberían saberlo) y también es bueno para aumentar la autoestima, en el momento de mostrar la colección (las 10.000 botellas, por ejemplo) a otras personas. Coleccionar es bueno. Es bueno ser Rey, como diría Mel Brooks.
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AMM
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