Niñas bomberas y niños amos de casa


Que se me entienda bien: Por un lado, soy coleccionista de juguetes y amo todo lo que tenga que ver con juguetes, desde las muñecas con trenzas hasta los coches de hojalata. Por otro lado, comprendo, apoyo y defiendo todos y cada uno de los derechos de la mujer, para que sean totalmente igualitarios a los del hombre, aborreciendo cualquier violencia machista. Dicho esto, no debe haber duda de mi posicionamiento ante este artículo.



Estas Navidades del 21 llegan repletas de artículos y noticias en los medios de comunicación con los siguientes titulares: ¿Cómo hacer frente a los juguetes sexistas?; Adiós al sexismo en los juguetes; Eliminación del género en las campañas de publicidad de juguetes; El 40% de los anuncios de juguetes son sexistas; El 60% de los anuncios de juguetes aún son sexistas; El 68% de anuncios de juguetes contienen estereotipos… y otros titulares que además de sorprenderme me impactan: Juegos y juguetes sexistas, educando el machismo.



Bien, llegado a este punto tengo que decir que sin entrar en estereotipos, sexismo, paridad, representación de género, no al estilo único de familia monoparental, discriminación, machismo… solo como coleccionista de juguetes, ni siquiera como padre de familia numerosa, solo como coleccionista, me siento algo avergonzado y asustado. Avergonzado porque mientras ponemos toda la leña en una hoguera, se nos apaga la otra. Y asustado porque compro juguetes con algo de temor, pensando en que el soldado de plomo o el camión de bomberos no es apropiado para mi hijo y sí para mi hija y que estoy haciendo una barbaridad, por lo que el dependiente de la tienda, la señora de atrás que espera para pagar, el dueño de la marca, el presidente de la compañía o la Asociación Anti sexismo de los Juguetes Machistas me va echar la peta, la bronca o de mi casa por comprar un soldado de plomo a mi hijo.


Y como digo, mientras echamos fuego a esta hoguera se nos apaga la del buen gusto, que debería ser común para ellos y ellas. Así, si en los 80 encontrábamos en el catálogo de El Corte Inglés: pistolas, coches, soldados, vaqueros e indios… para niños. Y muñecas, cocinitas, máquinas de coser… para niñas. Ahora en los catálogos de juguetes podemos escoger entre: Atrapa la caca; Fontanero chapucero, al cual se le bajan los pantalones para que se le vea la raya del culo; El mono guarrete, que se tira pedos; Pepe moco; Pisa la caca y algunos más, sin olvidar los juguetes en homenaje a las abuelas que tanto han ayudado en la pandemia de la COVID como: No asustes a la abuela, que se le cae la dentadura postiza y la Abuela majareta, que parece que ya se la ido la chota…por ejemplo.  







No se trata en convertirme en ofendidito, no, no es eso. Tampoco en despreciar o ignorar la igualdad entre hombres y mujeres, los derechos fundamentales de la mujer o la violencia machista. Faltaría más. Se trata de no olvidarnos que las empresas son libres de lanzar al mercado los juguetes que les de la gana -ya me entienden- y no tienen que verse obligados por ley en fabricar el mismo porcentaje de Barbies que de Kens, o verse privados en fabricar revólveres de vaqueros o soldados de plomo, si los consumidores lo demandan. Del mismo modo que pueden fabricar cacas, mocos, dentaduras postizas y rayas del culo, si hay otros consumidores que prefieren que su hija juegue a atrapar una mierda del wáter, con tal que no sea rosa.






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