Qué hacer si tu hijo te pregunta ¿Quiénes son los Reyes Magos?

Un gran problema con una gran solución.


Es Navidad de 2015 y como años anteriores os damos la solución (que nosotros consideramos mejor) para la gran pregunta de estas fechas. Lo primero que queremos destacar es que este gran secreto mágico es una de las pocas cosas (pero poquitas) en las que el mundo entero con sus 5 continentes se han puesto de acuerdo durante cientos de años, por lo que es nuestro deber seguir manteniendo la tradición. Por otro lado, existen varios consejos en cómo continuar esa tradición y misterio, mágico por un lago y entrañable por otro, en  el que se demuestra que la inocencia, fantasía, imaginación, ilusión, alegría y creatividad de los niños del mundo es insuperable y paradójicamente se va destruyendo cada año que nos hacemos más viejos. Nos hacemos menos sabios en cuanto a la creatividad y fantasía con la edad. Una pena. Quizás los publicistas del mundo deberían reunir en sus filas a los más pequeños de la casa.



Bueno, y qué podemos hacer si nos preguntan. Pues esta es una de las historias que cada uno a su manera puede contar:

- ¿Papa?
- Sí, hija, cuéntame
- Oye, quiero… que me digas la verdad
- Claro, hija. Siempre te la digo -respondió el padre un poco sorprendido
- Es que… -titubeó Cristina
- Dime, hija, dime.
- Papá, ¿existen los Reyes Magos? 

El padre de Cristina se quedó mudo, miró a su mujer, intentando descubrir el
origen de aquella pregunta, pero sólo pudo ver un rostro tan sorprendido como el
suyo que le miraba igualmente. 

- Las niñas dicen que son los padres. ¿Es verdad? 
La nueva pregunta de Cristina le obligó a volver la mirada hacia la niña y
tragando saliva le dijo: 

- ¿Y tú qué crees, hija?
- Yo no se, papá: que sí y que no. Por un lado me parece que sí que existen
porque tú no me engañas; pero, como las niñas dicen eso.
- Mira, hija, efectivamente son los padres los que ponen los regalos … pero…
- ¿Entonces es verdad? -cortó la niña con los ojos humedecidos-. ¡Me habéis
engañado!
- No, mira, nunca te hemos engañado porque los Reyes Magos sí que existen –
respondió el padre cogiendo con sus dos manos la cara de Cristina .
- Entonces no lo entiendo. papá.


- Siéntate, cariño, y escucha esta historia que te voy a contar porque ya ha
llegado la hora de que puedas comprenderla -dijo el padre, mientras señalaba
con la mano el asiento a su lado. 

Cristina se sentó entre sus padres ansiosa de escuchar cualquier cosa que le
sacase de su duda, y su padre se dispuso a narrar lo que para él debió de ser la
verdadera historia de los Reyes Magos: 

-Cuando el Niño Dios nació, tres Reyes que venían de Oriente guiados por una
gran estrella se acercaron al Portal para adorarle. Le llevaron regalos en prueba
de amor y respeto, y el Niño se puso tan contento y parecía tan feliz que el más
anciano de los Reyes, Melchor, dijo: 

- ¡Es maravilloso ver tan feliz a un niño! Deberíamos llevar regalos a todos los niños
del mundo y ver lo felices que serían. 

- ¡Oh, sí! -exclamó Gaspar-. Es una buena idea, pero es muy difícil de hacer. No
seremos capaces de poder llevar regalos a tantos millones de niños como hay en
el mundo. 

Baltasar, el tercero de los Reyes, que estaba escuchando a sus dos compañeros
con cara de alegría, comentó: 

- Es verdad que sería fantástico, pero Gaspar tiene razón y, aunque somos magos,
ya somos ancianos y nos resultaría muy difícil poder recorrer el mundo entero
entregando regalos a todos los niños. Pero sería tan bonito.
Los tres Reyes se pusieron muy tristes al pensar que no podrían realizar su deseo. Y
el Niño Jesús, que desde su pobre cunita parecía escucharles muy atento, sonrió y
la voz de Dios se escuchó en el Portal: 

- Sois muy buenos, queridos Reyes, y os agradezco vuestros regalos. Voy a
ayudaros a realizar vuestro hermoso deseo. Decidme: ¿qué necesitáis para poder
llevar regalos a todos los niños? 



- ¡Oh, Señor! -dijeron los tres Reyes postrándose de rodillas. Necesitaríamos millones
y millones de pajes, casi uno para cada niño que pudieran llevar al mismo tiempo
a cada casa nuestros regalos, pero no podemos tener tantos pajes., no existen
tantos. 

- No os preocupéis por eso -dijo Dios-. Yo os voy a dar, no uno sino dos pajes para
cada niño que hay en el mundo. 

- ¡Sería fantástico! Pero, ¿cómo es posible? -dijeron a la vez los tres Reyes con cara
de sorpresa y admiración. 

- Decidme, ¿no es verdad que los pajes que os gustaría tener deben querer
mucho a los niños? -preguntó Dios. 

- Sí, claro, eso es fundamental – asistieron los tres Reyes. 
- Y, ¿verdad que esos pajes deberían conocer muy bien los deseos de los niños? 
- Sí, sí. Eso es lo que exigiríamos a un paje -respondieron cada vez más
entusiasmados los tres. 

- Pues decidme, queridos Reyes: ¿hay alguien que quiera más a los niños y los
conozca mejor que sus propios padres?



Los tres Reyes se miraron asintiendo y empezando a comprender lo que Dios
estaba planeando, cuando la voz de nuevo se volvió a oír: 

- Puesto que así lo habéis querido y para que en nombre de los Tres Reyes de
Oriente todos los niños del mundo reciban algunos regalos, 

YO, ordeno que en Navidad, conmemorando estos momentos, todos los padres se conviertan envuestros pajes, y que en vuestro nombre, y de vuestra parte regalen a sus hijos los regalos que deseen. También ordeno que, mientras los niños sean pequeños, la entrega de regalos se haga como si la hicieran los propios Reyes Magos. Pero cuando los niños sean suficientemente mayores para entender esto, los padres les contarán esta historia y a partir de entonces, en todas las Navidades, los niños harán también regalos a sus padres en prueba de cariño. Y, alrededor del Belén, recordarán que gracias a los Tres Reyes Magos todos son más felices.Cuando el padre de Cristina hubo terminado de contar esta historia, la niña se
levantó y dando un beso a sus padres dijo: 
- Ahora sí que lo entiendo todo papá. Y estoy muy contenta de saber que me
queréis y que no me habéis engañado. 

Y corriendo, se dirigió a su cuarto, regresando con su hucha en la mano mientras
decía: 

- No sé si tendré bastante para compraros algún regalo, pero para el año que
viene ya guardaré más dinero. 

Y todos se abrazaron mientras, a buen seguro, desde el Cielo, tres Reyes Magos
contemplaban la escena tremendamente satisfechos.


El juguete de mis sueños
Diciembre 2015

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