Las cenas de amigos de Navidad
El otro día estuve en una cena con amigos de EGB a los que hacía tiempo que no veía.
Lo pasamos muy bien e hicimos lo que se esperaba que debíamos hacer: recordar
anécdotas del colegio, amigos, objetos, juguetes y marcas de nuestra infancia,
simplemente porque todas estas cosas han pasado a convertirse en recuerdos
asociados a nuestra vida y, a la vez, a la cultura popular de una generación y,
por qué no, de otras venideras.
Uno de mis amigos me comentó que había
encontrado en casa de su abuela (que estaba cerrada durante mucho tiempo)
varias cajas impolutas de TENTE, que
lo primero que sintió fue un escalofrío de alegría, reminiscencia y pequeñas
imágenes de lo bien que lo había pasado de niño, construyendo e imaginando con
esas pequeñas piezas de plástico. Después entregó el gran tesoro (para muchos
coleccionistas) a sus hijos, que de inmediato empezaron a jugar y disfrutar.
¿Hasta cuándo? No lo sabemos.
Todos esos juguetes con los que hemos pasado
nuestra niñez y las marcas que las encabezaban se han convertido en “Lovemarks”, enseñas por las que
sentimos una fidelidad absoluta, porque no hay nada que represente como ellas
los años de nuestra infancia. Decir EXIN
significa mucho más que una marca, es la evocación de una etapa de la vida
memorable y lo decimos sin tener síntomas del síndrome de Peter Pan.
Pero, ¿Por qué adoramos los juguetes de nuestra infancia?
Es cierto que actualmente existe una tendencia a
lo vintage ochentero, muy bien abanderada
por YO FUI A EGB (felicitaciones y abrazos
desde aquí) y otras publicaciones, series, blogs y hasta camisetas que ocupan
muchas tiendas para jóvenes, con los logotipos de las marcas más famosas de los
80.
El producto por excelencia
asociado a nuestra infancia es el juguete.
Quizás, los juguetes de hoy no son ni mejores ni
peores que los de antes, solo diferentes y, sus consumidores, (niños de hoy)
todavía no han tenido tiempo para convertirlos en “Lovemarks” e idolatrarlos, posiblemente
algún día alguien se entregará al recuerdo emocionado de los Bakugan, por ejemplo. Posiblemente. Pero,
para nosotros hay dos razones de peso para pensar que los juguetes de “nuestra
infancia” eran mejores. La primera porque son nuestros juguetes, los que
teníamos de pequeño, esos y no otros, y esta razón no se puede discutir, y en
segundo lugar, porque por mucha tecnología aplicada a los procesos de
fabricación de los juguetes de ahora, lo que prima por encima de todo es la imaginación que puede desarrollar el
niño con el artículo y, los juguetes y juegos de antes estaban pensados para
imaginar y crear sin parar. Desde las chapas,
canicas, comba, peonza… hasta Rescate
Espacial, TENTE, Hogarín, Cinexin, entre muchas decenas más. ¿No os
convenzo? Pues es que ni habéis hecho campeonatos de liga completos con chapas,
ni habéis improvisado un cine de salón, con sábana blanca en la pared y doblaje
incluido (radiocasete) con el Cinexin.
El producto por excelencia
asociado a nuestra infancia es el juguete. Jugar es el principal interés de un niño y, por tanto, es
lógico que con el paso de los años, sean los juguetes los que consigan
encontrar una posición destacada en las memorias de la época. Naturalmente, los
viejos anuncios de TV que mejor se recuerdan son los que están asociados a los
propios juguetes, porque eran los que se veían más veces de forma más
interesada y los que conseguían despertar más deseos al niño. Esto no ha
cambiado en la actualidad.
Los juguetes de nuestra infancia son los únicos que
han conseguido traspasar su propia condición, para convertirse en un elemento
de colección y en objeto de deseo de todos los amantes de lo retro,
coleccionistas de juguetes, o no. Hoy en día, los juguetes protagonizan
exposiciones, museos, ferias, etc. y son la inspiración para reediciones
(algunas con más éxito que otras) intentando recuperar el espíritu y valores que,
según algunos puristas, parece que escasean en los de la actualidad. También es
muy probable que muchos consumidores apelen a que ya no hay juguetes como los
de entonces, concediendo a los juguetes de su época, como los mejores de todos
los tiempos. No es para tanto, pero sí hay algo de cierto. El entusiasmo por los
juguetes y lo retro de los últimos años ha hecho que muchos consumidores se
vuelquen en recuperar los productos que consumían en el pasado, o que se
muestren encantados recordándolos. En inglés se conoce como Reminiscence Bump, (los ingleses
tienen palabras y verbos para todo) una tendencia entre las personas a partir
de los 40 años, para entregarse, sin condiciones, a recolectar lo que recuerdan
del pasado. En este punto, mi mujer diría que yo soy un Reminiscence Bump person enfermizo, pero lo que es cierto, es que a
medida que pasa el tiempo y la memoria empieza a fallar, más interés y
entusiasmo hay por lanzarse a recordar. Por otra parte, estos objetos ayudan a
idealizar los tiempos pasados e impulsa el sentimiento de legado y permanencia
al grupo generacional, creando segmentos (llamemos “frikis”) de nuevas
tendencias de consumo, lo que quiere decir que también los coleccionistas
“frikis” promovemos la dinamización del consumo del país, cuando adquirimos con
sumas desproporcionadas de dinero Madelman,
Nancy, figuras de Star Wars, Playmobil, Barriguitas, TENTE y Airgamboys, entre otros. Los juguetes
que tuvimos de pequeño, a los que dedicamos una lealtad absoluta, son representa como ellos la felicidad de la infancia.
PD.- En
la cena con mis compañeros de EGB, además de todos esos recuerdos, también
criticamos hirientemente cómo habíamos cambiado físicamente desde EGB, como
debe ser en una cena aniversario colegial que se precie.
PD.-
Gracias a todos mis amigos de EGB y al resto, como no, por seguir el JUGUETE DE
MIS SUEÑOS.
PD.-
Vuelvo a dar las gracias a P. Camacho por su cesión desinteresada de figuras de
Star Wars. He estado 30 años envidiándolas desde la primera vez que te vi jugar
con ellas en el autobús del colegio.
AMM
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