BELÉN PLAYMOBIL: EL NACIMIENTO DE JESÚS

ORIGEN DEL BELÉN


El Belén es uno los símbolos cristianos más conocidos de las fechas navideñas. Es la representación del nacimiento de Cristo que ponemos en casa. En está época adornamos todo muestro hogar como símbolo de alegría y felicidad: el árbol, luces, ornamentos, flores, etc. (la cantidad y la calidad depende del deleite de cada uno… y hay cada uno…) Colocar el Belén, junto a mis hijos, es imprescindible y un momento precioso. Además, creo que es importante conocer su verdadero significado y origen para transmitirlo a nuestros hijos y que disfruten de ese momento, por eso que la felicidad se encuentra en el mientras y no en el fin. Debemos recordar que ese momento se repetirá muy pocos años.



El origen de los belenes se remonta a hace más de ocho siglos, en plena Edad Media. San Francisco de Asís fue el iniciador de la representación del Nacimiento y este hecho fue narrado por San Buenaventura y Tomás Celano:


“Tres años antes de su muerte, Francisco quiso celebrar en Greccio el recuerdo del nacimiento del Niño Jesús, y deseó hacerlo con toda posible solemnidad, a fin de aumentar mayormente la devoción de  los fieles. Para que la cosa no fuese adjudicada a manía de novedad, primero pidió y obtuvo permiso del Papa. Francisco, ayudado por un soldado llamadazo Juan de Greccio, comenzó los preparativos 15 días antes del 25 de diciembre. Eligió un lugar abierto donde pusieron un paño blanco, igual que sobre un altar, y llevaron una gran cantidad de heno. Luego trasladaron un asno, un buey y gran cantidad de otro animales. El 25 de diciembre de ese año se celebró la misa sobre el Pesebre, y el sacerdote gustó un consuelo insólito




Una vez conocida la historia y el significado que encierra esta maravillosa práctica en muchos hogares, no tengo más incitar a los padres que no pierdan la oportunidad de transmitirla a sus hijos mientras montan el Belén. Son momento únicos que no pueden ser desperdiciados. Recuerdo perfectamente hacerlo en mi casa y disfrutar de una tarde entera acoplando las figuras de barro (de la Plaza Mayor) entre casas de corcho de distintos tamaños para hacer efecto profundidad, trozos de corteza, la estrella pegada con celo, que paraba de caerse, ríos de papel de plata, un montón de lavanderas ¿?¿?¿? romanos de plástico de la marca Reamsa (cedidos por mi hermano mayor) serrín, piedras de río verdaderas y mucho, mucho cariño y alegría de mis padres. Un recuerdo imborrable y añorado. Y ahora ¿no la vas hacer tú?






Antes la Plaza Mayor en Madrid y la imaginación de los padres eran los proveedores de las piezas y complementos del Belén. Ahora, entre las tiendas de “Todo a 100” y las múltiples posibilidades que ofrecen distintas marcas de juguetes, muchas de ellas excepcionales como la de Playmobil, se puede completar un Belén digno y bonito, pero me temo que en algunos casos, pobres de cariño e ilusión. Ni la pieza de barro hecha a mano más cara del puesto, ni la de plástico comprada en Bazar Oriental Chi-Ming. Ilusión, cariño y fe.   

 PD.- Si en la ciudad de Belén no ha nevado jamás ¿por qué hay nieve (antes harina) en algunas representaciones caseras?

Alberto Martínez Mora

Comentarios